La creación de buenos líderes a nivel empresarial es clave para alcanzar el éxito y lograr una mayor retención de talento.
Esta gran figura es la que está detrás de las estrategias, su implementación y el impulso de las mismas entre quienes participan de ellas.
Por eso, es tan importante contar con un buen líder dentro de cada una de las áreas de una organización. Pero... ¿qué es un buen líder? Empecemos por este concepto.
Un buen líder es aquella que persona que tiene el poder de influir en las demás para que potencien sus capacidades y saquen a relucir lo mejor de ellas.
Suelen ser personas optimistas, con emoción profunda por querer compartir momentos y experiencias con los demás miembros para alcanzar los resultados esperados y más.
Se trata de gente que es capaz de crear un ambiente correcto para que cada miembro tenga la capacidad de realizar cosas asombrosas por los demás y por ellos mismos.
Los buenos líderes poseen varias características clave. No son únicas ni inamovibles, pero sirven como referencia en la mayoría de casos.
Un buen líder debe tener la capacidad de asumir el control en cualquier situación, tanto positiva como negativa, y sobre todo, debe saber actuar y qué evitar para que se descontrole.
Tiene la habilidad de aprovechar oportunidad y sabe tomar riesgos siempre que sea necesario con tal de conseguir sus metas.
Siempre que se necesite, buscará alternativas para mediar y resolver problemas o trabas.
El arte de escuchar es clave para un buen líder, pues debe considerar a todos los miembros de su equipo antes de tomar una decisión importante.
Esto, con el fin de nunca perjudicar a nadie y poder encontrar la mejor solución para todos en conjunto.
Asimismo, tiene la capacidad de tomar en cuenta las opiniones de los demás y así llegar a una decisión más humana, certera y efectiva.
Un buen líder debe transmitir confianza. Solo así logrará que las personas lo sigan y realmente lo consideren como alguien ejemplar.
Deben tener la seguridad de que pueden confiar en sus indicaciones y para esto, tienen que mostrar que cumples con lo prometido siempre.
La integridad es uno de los grandes valores de los buenos líderes.
Estas figuras saben perfectamente qué objetivos persiguen y se visualizan perfectamente alcanzándolos.
Siempre saben a dónde, cómo y cuándo llegar. De lo contrario, no podrían alcanzar sus metas y no serían buenos líderes.
No son personas que dejen algo a medias; siempre buscan todas las alternativas posibles para conseguir sus objetivos.
Teniendo todo lo anterior claro, es momento de responder la pregunta central de este post.
El mundo está lleno de peligros, de situaciones que tratan de frustrar nuestras vidas o minimizar nuestros éxitos, de limitar nuestras oportunidades.
Pueden ser las altas y bajas de la economía; la incertidumbre en los mercados de valores; una nueva tecnología que lleva a nuestro negocio a la obsolescencia, o la competencia que a veces quisiera eliminarnos o como mínimo, sacarnos del mercado.
No tenemos control sobre estas fuerzas, son constantes y no desaparecen.
La única variable son las condiciones dentro de las organizaciones y es ahí en donde el liderazgo realmente importa porque es el líder el que establece las reglas.
Cuando un buen líder decide poner a salvo la vida de la gente dentro de la organización y sacrifica la comodidad y los resultados tangibles, la gente se queda y se siente segura con un gran sentido de pertenencia.
Si las condiciones no son las ideales, estamos forzados a emplear nuestro tiempo y energía a protegernos los unos de los otros y de manera implícita, debilitar a la organización.
Cuando nos sentimos a salvo, combinamos de manera natural nuestros talentos y nuestras fuerzas. Trabajamos sin descanso para hacer frente a los peligros del exterior y aprovechamos las oportunidades.
Un gran líder es como un gran padre que desea darles a sus hijos oportunidades, educación, disciplina y todo lo necesario para que alcancen sus metas.
Así es, un gran líder desea proporcionarle a su gente oportunidades, educación, disciplina y todo lo necesario para que alcancen sus metas. Ayudarles a construir su autoestima y que, a través de la prueba y error, alcancen lo que ni ellos mismos habrían imaginado.
Charlie Kim, CEO de una empresa de tecnología en Nueva York, reflexiona sobre los líderes:
“¿Cuando tenemos tiempos difíciles en familia, consideramos despedir a nuestros hijos? Nunca. ¿Entonces por qué deberíamos despedir a un empleado que enfrenta tiempos difíciles?”.
Charlie implementó una política muy interesante: “Empleo de por Vida”. En su empresa no puedes ser despedido por fallas en tu desempeño. De hecho, si tienes algún problema, ellos te guían y dan apoyo tal y como un padre apoyaría a sus hijos.
Por estas razones, hay gente tan enojada e inconforme con algunos CEOs y sus desproporcionados sueldos y esquemas de bonos. No son los números. Lo que sucede es que han violado la definición de liderazgo. Permiten que su gente sea sacrificada para proteger sus propios intereses.
¿Tendríamos algún problema si Gandhi o la Madre Teresa hubieran recibido un bono por 250 millones de dólares? De ninguna manera. Los Grandes Líderes nunca sacrificarían gente para salvar los números. Sacrifican los números para salvar gente.
El liderazgo es una decisión, no un puesto. Hay gente en los puestos más altos en la jerarquía empresarial que no son líderes, son solo una autoridad. Sin embargo, existen personas en los puestos más bajos del organigrama que son líderes y esto es porque han decidido cuidar de los demás. (TedTalks)
Finalmente, y como conclusión, mi historia de éxito no radica en que yo sea una gran líder.
Mi historia de éxito radica en el hecho de que en Media Source trabajo con líderes que han decidido cuidar y ver crecer a sus clientes, socios y colaboradores, brindándoles lo mejor de ellos mismos.
Si a esas maravillosas personas les preguntamos “¿Por qué lo haces?”, contestarán: “Porque ellos lo harían por mí”. Es este profundo sentimiento de confianza y cooperación lo que realmente mueve a la gente.