Saber redactar una conclusión es clave para que tus artículos cierren con fuerte impacto ante los lectores.
Cuando se redacta un texto, se le debe dar el mismo peso a todos los elementos que forman parte de él: introducción, desarrollo y conclusión; sin embargo, se suele creer que este último no es tan relevante. ¡Grave error!
El día de hoy te voy a detallar cómo hacer una conclusión, así que sin más, empecemos.
La función principal de una conclusión es sintetizar lo más importante de todo el escrito, señalando de manera breve por qué es útil o relevante lo dicho.
Solo debes tener cuidado, pues no se trata de repetir, sino de expresar por qué dijiste lo que dijiste y por qué es relevante el tema que trataste.
Lo último que leerán las personas será la conclusión, por lo que el impacto que genere será determinante para que decidan, en caso de que tengas algún medio donde publiques de manera continua, si vale la pena volver a leerte o no.
Por lo anterior, es indispensable crear textos que despierten el interés de los lectores, que satisfagan sus necesidades respecto al tema y que resuelvan todas sus dudas o al menos las más importantes.
Muchas veces nos enfocamos solo en hacer una buena introducción y desarrollar de buena manera el tema porque creemos que con eso habremos ganado ya al lector, ¡pero es un error!
El final es igual de importante que todos los demás elementos dentro de un texto; por ningún motivo podemos minimizarlo.
Traslademos la situación a una película...
¿Cuántas veces no nos ha encantado una cinta, pero el final nos ha parecido tan malo que termina siendo irrelevante y se convierte en una más del montón? Seguramente, muchísimas y ¡lo mismo sucede con los textos.
Ese “pequeño” elemento, ese cierre, es capaz de modificar toda la percepción que se tiene acerca de un texto y provocar que se termine teniendo una mala experiencia a pesar de que hayamos disfrutado hasta un 80% del artículo.
De ahí la importancia de saber redactar una buena conclusión para darle un cierre memorable a cualquier escrito que lo requiera y dejar con un buen sabor de boca a nuestro lector.
Una conclusión puede parecer lo más fácil de realizar, pero no es así.
Vamos, que tampoco es que sea tan complicado, pero muchas veces nos vamos quedando sin ideas y creemos que no es relevante esta parte porque todo lo que hemos dicho antes es con lo que se deben quedar, pero… ¡error! Todo importa.
Lo importante en este apartado final es no dejar cabos sueltos o espacio a dudas y provocar en el lector una impresión buena y duradera.
Una conclusión debe estar compuesta por tres partes:
Uno de los fines de cualquier conclusión debe ser recalcar de manera natural los puntos más relevantes que se tocaron a lo largo del texto, así como dar las razones de por qué es importante tomar en cuenta lo dicho para que el lector no se olvide de ello.
El propósito debe estar presente desde el inicio de la conclusión y ser fácil de reconocer para quienes leen.
Asimismo, debes enfocarte en que no queden dudas respecto al tema que abordaste y en provocar una reflexión acerca de la relevancia que tiene el tema tratado por el autor a lo largo del texto.
Intenta utilizar un lenguaje más natural en esta parte que ayude a que los lectores se sientan más en confianza e identificados.
Debe exponerse cuál era el problema que se quería solucionar o recordar la pregunta que se planteó el autor para escribir el texto.
¿Para qué? Para demostrar al final que el escrito ofrece una respuesta concreta a esta misma, es decir, cumple con el objetivo inicial.
Por más que así lo deseemos, es imposible abordar todo acerca de un tema. El conocimiento no tiene un fin o límite. Se construye día con día y, por ello, debes ser consciente de que tu texto sólo representará un pequeño aporte.
Así que aprovecha la conclusión para invitar al lector a seguir nutriéndose de conocimiento. Esta invitación puede enfocarse, incluso, en un llamado hacia algo que desees que haga.
Puedes motivarlo a que lea otros textos tuyos que guardan relación con el tema que trataste para que conozca un poco más al respecto, o puedes invitarlo a que comparta contigo y con los demás su opinión acerca de lo que escribiste o de lo que a él le ha funcionado, por ejemplo, para establecer un intercambio bidireccional y lograr un mayor aprendizaje.
Este tipo de conclusión expresa un pensamiento acerca de un evento futuro basado en evidencias o hechos del presente.
Es decir, se trata de hacer una suposición con base en las tendencias actuales y, a partir de ellas, pensar en cómo estas se podrían modificar más adelante.
Utilizar los llamados a la acción en una conclusión es efectivo cuando se trata de textos argumentativos o persuasivos.
A través de estos escritos, los autores buscan convencer a los lectores y por medio de una llamada a la acción pueden retarlos para que hagan lo que buscan.
En otros tipos de texto puede aplicarse al realizar alguna(s) pregunta(s) con un tono un tanto desafiador para motivar al lector a contestar. Para ello, debes tener bien definido a quién te diriges, pues las preguntas van más cuando se trata de un texto ‘informal’.
Puedes utilizar alguna de las siguientes: ¿Qué te ha parecido el artículo? ¿De acuerdo con tu experiencia, qué ha funcionado mejor para ti? Deja volar tu imaginación y atrévete a lanzar todo tipo de preguntas; incluso, aquellas que no parezcan tan ordinarias.
Puedes ir testeando a tu público para conocer qué tipo de preguntas resultan más llamativas para él o da mejores resultados y así saber en cuáles enfocarte en las próximas ocasiones.
Este tipo de conclusiones está arraigado a la subjetividad de quien la realiza, pero ojo, esto no equivale a una opinión.
Las conclusiones personales deben ser serias, válidas y comprobables, aunque tengan su origen en una experiencia personal del autor.
Cuida mucho la redacción si optarás por escribir una conclusión de este tipo, pues caer en el típico “finalmente, yo opino que…” puede hacer que tu texto pierda fuerza y repercutir negativamente en los lectores, restándote autoridad y credibilidad.
Es una de las más utilizadas. Se trata de volver a mencionar alguna de las premisas que se manejaron en la introducción para darle seguimiento y rematarla a partir de los datos que se fueron brindando a lo largo del texto para llegar a un cierre.
Algunos textos son ideales para que el autor se aventure a realizar un rápido análisis sobre lo expuesto con anterioridad e incluso, brinde algún consejo para los lectores.
Por ejemplo, puede motivarlos a poner en marcha alguna herramienta o comenzar a emplear lo que acaban de aprender por medio de lo que escribiste. Si se trata de algún modelo, puedes poner algo como lo siguiente:
“Después de aprender todo lo necesario para realizar un análisis FODA, te recomendamos que lo implementes dentro de tu empresa, pues por medio de este podrás reconocer las fallas y aciertos que tiene para potenciar los últimos y disminuir los primeros, ¡comienza ya a impulsar tu negocio!”.
No es tan común utilizar este tipo de conclusión porque a veces es complicado relacionar algún hecho con lo planteado a lo largo de un texto, pero si se tiene la oportunidad, puede resultar muy atinado porque sirve para dejar un recuerdo memorable en el lector.
Es una de las comunes porque suele ser mucho más sencillo desarrollarla. Se trata de hacer una lista, estilo bullets, con un par de afirmaciones breves y concisas a las que se llegó después de todo lo que se planteó previamente en el texto.
El objetivo aquí es reconocer que el tema abordado da para mucho más de lo que se ha dicho, por lo que, como su nombre lo dice, se reflexiona acerca de algunas cuestiones no resueltas o sobre algunos problemas que siguen en el aire, con el fin de que los lectores piensen en ellos y despierten un interés en ellos.
Emplear citas de personas expertas en el tema tratado dota al texto de cierta autoridad y puede ser un excelente cierre, siempre y cuando se sepa seleccionar la cita adecuada que sirva como síntesis o que dé la fuerza que se necesita para lograr una conclusión que genere impacto en el otro.
En esta se realiza una comparación entre el tema tratado y una situación que se asemeja al mismo, con el objetivo de reforzarlo y transmitir un mensaje más poderoso por medio de la conclusión.
Elegir un tipo de conclusión u otro dependerá del género textual que hayas redactado, de qué tan hábil seas para escribir y del público al que te diriges.
Ahora que sabes qué elementos debes tener en cuenta a la hora de redactar una conclusión y qué tipos hay, te diremos cómo puedes lograr escribirla de manera exitosa.
Sin un contexto era difícil darte el cómo hacer una conclusión, así que ya que cubrimos puntos relevantes aquí tienes:
Lo más usual al escribir una conclusión es utilizar marcadores textuales como “en conclusión”, “para concluir”, “en resumen”, “recapitulando”, etcétera.
Pero esto muchas veces resulta ya hasta tedioso, porque es lo que la mayoría hace.
Opta por utilizar fórmulas que se salgan de lo cotidiano, que indiquen, efectivamente, que los lectores se encuentran en el tramo final de tu texto, pero que no sean tan directas ni obvias.
Puedes iniciar la conclusión con alguna oración que exprese brevemente por qué es importante el tema que se abordó, por ejemplo.
Hay muchas posibilidades, sólo tienes que perder el miedo, salirte del canon, y atreverte a experimentar con nuevas formas. Poco a poco irás viendo cuál resulta más útil para ti de acuerdo con tus lectores.
Si bien en la conclusión se deben retomar los puntos más relevantes, tampoco se trata de repetir todo lo que dijiste de manera sintetizada, pues esto no aportará valor adicional a tu texto.
Puedes utilizar conectores que hagan alusión a ciertos puntos que se trataron para que no tengas ninguna necesidad de volver a decir lo mismo, como, por ejemplo: “como se mencionó anteriormente”, “por las razones mencionadas”, “como se pudo ver”, etcétera.
Esto también permitirá que tengas un espacio mayor para cerrar con broche de oro tu texto, redactando ideas nuevas, renovadas e interesantes que resulten memorables para las personas.
La conclusión de tu texto determinará, en gran medida, qué tanto impacto tendrá en la mente del lector y si resultará memorable o se convertirá en un texto más del montón para él.
Para conseguir buenos resultados puedes realizar algunas preguntas que provoquen una reacción en quienes te leen y que los motiven a continuar aprendiendo sobre el tema, ya sea a través de ti o de otros medios.
Puedes, incluso, brindar algunas recomendaciones sobre libros, artículos, videos o algún otro recurso que complementen lo que tú aportaste por medio de tu escrito para despertar un mayor interés en tus lectores.
Sería poco profesional de nuestra parte darte un número de páginas o palabras exactos, ya que esto depende de varias cosas, como del tipo de texto que estés escribiendo y el público al que esté dirigido: no es lo mismo un artículo para internet que una tesis, ¿estás de acuerdo?
Para un escrito informal de una extensión de 1,000 o 3,000 palabras podrían ser suficientes unas 300 palabras o dos párrafos breves, mientras que para una tesis se podrían necesitar hasta 20 páginas, dependiendo de qué tan larga sea, para dar un cierre realmente significativo.
No existen reglas al respecto precisamente porque depende de muchos factores y sería imposible establecer una cantidad determinada. Sólo enfócate en que la conclusión no sea de una línea, pues claramente esta no sería suficiente para expresar una idea memorable.
Ninguna conclusión debe mencionar elementos que no se hayan tocado a lo largo del texto, pues esto sólo provocará que los lectores terminen con dudas y sientan que en realidad no fue una buena inversión haberte leído.
Sí, tienes que despertar su interés, pero esto, sin duda, no lo lograrás haciendo que se confundan. Presta mucha atención en este punto.
Las conclusiones deben buscar ser breves, sintéticas, decir sólo aquello que resulte relevante.
Escribir de más o extenderte podría terminar cansando al lector, haciendo que ni siquiera tenga ganas de quedarse a leerla. Esto podría provocar que se lleve un mal sabor de boca, a pesar de que el contenido haya sido valioso para él.
Sí puedes retomar algunas ideas que resulten relevantes, pero estas no deben ser copy paste. Trata de expresarte de manera diferente, didáctica e interesante para que el lector no sienta que lee y lee lo mismo. A nadie le gusta darse cuenta de que perdió el tiempo leyendo algo repetitivo.
Es más común de lo que crees que un escrito termine siendo contradictorio hacia su final, y esto pasa, principalmente, porque se pierde el hilo de lo que se ha dicho y las personas no se toman un tiempo extra para volver a leer lo que dijeron con el fin de darle un buen cierre a su texto.
Es muy importante que prestes atención a esto porque una contradicción en la conclusión puede derrumbar todo lo que construiste con dedicación y esfuerzo y provocar que pierdas toda la credibilidad que habías ganado.
En primer lugar, es muy importante que desarrolles tu hábito como lector, pues leer a otros autores que tratan el mismo tema puede ayudarte a nutrir tu propia creatividad y a sentirte más seguro respecto a lo que sabes. Esto facilitará también que puedas expresarte de forma más natural y sencilla.
Sí, puede parecer tedioso e innecesario, pero es fundamental para perfeccionar la línea argumental entre la introducción y el desarrollo, partes previas que deben embonar perfectamente con la conclusión, es decir, estar en armonía, seguir una misma línea.
Este aspecto va muy de la mano con el tema de no ser contradictorio a lo largo del texto y mucho menos hacia el final.
La introducción sirve para conectar con el lector, llamar su atención desde el inicio y ponerlo en contexto, y la conclusión funciona de la misma manera, para conectar con quien nos lee, pero visto desde una perspectiva de despedida.
Un texto es un medio que no sólo necesita de un autor que por medio de las palabras dé forma a un escrito, sino también de lectores que puedan interpretar lo que se dice y le den una mirada única a cada artículo.
Por ello, es importante que este se sienta partícipe. ¿Cómo? Puede ser por medio de preguntas abiertas que sirvan para estimular un diálogo interior en torno a lo que se lee.
Sabemos que la cuestión de SEO es importante cuando se redactan artículos para internet, pero no puedes centrarte únicamente en eso y dejar de lado aspectos fundamentales desde el punto de vista de la comunicación humana y la comprensión.
Las métricas son relevantes, pero no más valiosas que tu lector, por ello, debes enfocarte en escribir teniéndolo siempre como centro y la conclusión no escapa de esta regla.
Puede ser tentador el anticiparnos a posibles críticas de nuestros lectores y ofrecer disculpas de manera anticipada, pero ¡no lo hagas!
Evita emplear frases que dejen ver esta posibilidad. Los lectores saben por default que tú no tienes todo el conocimiento ni la verdad absoluta, así que no es necesario que lo expreses y mucho menos en una conclusión, que representa la última carta que tienes por jugar para hacer que quien te lee te recuerde y se quede con algo positivo de tu texto.
Algunas de las frases que deben evitar son: “este es un enfoque entre muchos”, “esto es sólo una parte del problema”, etcétera. Estas cosas él ya las sabe, ¡no es necesario que lo recalques!
Es recomendable que antes de comenzar a redactar la conclusión de un texto, te tomes un descanso para que puedas concentrarte de una mejor manera y tengas las ideas mucho más frescas y claras.
Escribir una conclusión después de haber estado durante varias horas elaborando un artículo o texto puede ser tedioso y provocar que, por las prisas de ya terminar, optemos por no darle un buen cierre a nuestro texto, lo que podría afectar de manera negativa todo el trabajo previo por el que nos esforzamos.
Entonces ahora ya sabes cómo hacer una conclusión así que es momento de llegar al final.
Como hemos podido ver, la conclusión es igual de importante que la introducción y el desarrollo, así que tenemos que buscar darle la misma fuerza o, incluso, más.
Antes de comenzar a hacer una conclusión, plantéate la siguiente pregunta: ¿qué quiero que retenga el lector de todo lo que le he expuesto en mi escrito? A partir de esto, tendrás mucho más claro hacia dónde dirigir tu conclusión.
No olvides tener siempre en cuenta a quién le estás hablando para lograr la meta de oro: que quien te lea se dé cuenta por sí solo que tus escritos son confiables y que cuentan con credibilidad para que, por ende, quiera volver a leerte.
Por último, ten siempre presentes los siguientes elementos, que no pueden faltar en una conclusión bajo ninguna circunstancia: