Cita un popular refrán: ¡Quien esté libre de pecado que aviente la primera piedra! Lo creas o no, esto también aplica para el contenido.
Me encantaría decirte que yo puedo aventar mil piedras, pero no te voy a mentir porque estos 10 pecados de redacción también los he cometido y justamente salen de los errores que, con el paso del tiempo, identifiqué y que decidí compartir contigo para que los evites a toda costa.
Al terminar de leer este artículo, sabrás exactamente qué NO HACER en tus contenidos.
¡Iniciemos!
Parece chiste pero es anécdota. Este es uno de los principios básicos de cualquier redactor de contenidos: ¡no al copy paste!
Este es el momento justo en el que hay que agradecer los regaños de los maestros cuando nos decían: ¡esto solo está copiado y pegado!
Si nos queremos dedicar a la redacción de contenidos, la originalidad es el punto clave. Seamos sinceros, nadie quiere leer lo mismo que ya encontró en otros 10 contenidos que están rolando en la red.
También es cierto que no vas a inventar el hilo negro, pero sí puedes darle un toque ameno a tu redacción y muy muy diferente al de tus fuentes.
¿Qué es lo que sí puedes hacer? Citar tus fuentes de consulta y extraer lo que dice, siempre y cuando le otorgues ese crédito.
Ojo: no se trata de llenar todo tu contenido de fuentes porque entonces también tu originalidad como redactor se verá limitada.
Es normal que, cuando empiezas en el mundo de la redacción, te sientas un poco inseguro, pero no pasa nada. Es preferible explotar la creatividad que aplicar el copy paste.
A este punto pensaba ponerle: ¡no escribir por escribir! pero decidí usarlo como parte de la explicación.
Este es el último... 😂
Lo he compartido contigo en otros contenidos, pero en realidad, este es uno de los puntos más importantes que ¡nunca está de más recordar!
Cualquier contenido que construyas debe hacerse bajo un objetivo. Trazarlo es más sencillo de lo que te imaginas; solo tienes que hacerte una pregunta: ¿qué quiero lograr con este contenido?
Las respuestas pueden ser variadas. Puede que tu objetivo sea informar o el reconocimiento de marca, el tráfico orgánico, la conversión, etc. Lo importante es que lo conozcas y escribas con ese objetivo en mente; es así y solo así como lograrás alcanzarlo.
Cuando alguien entra a leer un contenido lo hace porque es un medio de consulta para algo que necesita conocer (desde cero), reforzar la información que tiene o bien convencerse de algo.
Por ello, nunca hay que dar por hecho que nuestros lectores tienen el contexto completo de lo que estamos hablando; necesitamos puntualizar aquellos aspectos que creemos que es conveniente reforzar o ejemplificar para que el contenido pueda ser plenamente entendido.
Este punto va de la mano con el anterior, pues si conoces cuál es tu objetivo, podrás tener mayor claridad sobre en qué etapa de búsqueda se encuentran tus lectores.
La metodología inbound aterriza este proceso en tres etapas:
Si quieres saber más sobre estas etapas, cómo entenderlas y escribir para cada una de ellas, te invito a leer este contenido:
Customer Journey: qué es, para qué sirve y cómo crear uno
No me dejarás mentir: muchas veces nos hemos justificado con un ¡ups se me fue! pero los dedazos son un enemigo silencioso de los contenidos exitosos por el simple hecho de que distraen la atención de tu lector.
¡Sí, como lo lees! Cuando hemos logrado una atención genuina de un usuario por nuestro contenido, encontrarse un dedazo distrae la concentración que habíamos logrado hasta ese punto; es como cuando vas caminando por la calle y te tropiezas con una piedra.
Lo mismo pasa con la ortografía, muchas veces no le damos la importancia que requiere, pero créeme, es mucho más fácil leer un texto limpio y sin errores.
Podrías pensar que no todos conocemos al 100% la ortografía y sí, tienes razón, pero un texto bien redactado será mucho más fácil de comprender. pues el usuario no tendrá que regresar una y otra vez para descifrar lo que quisimos decir por dedazos o palabras mal escritas.
La ortografía es sumamente importante, pero la puntuación y la gramática también lo son y se cuecen aparte.
Es mucho más sencillo entender "rápido" una palabra mal escrita que una oración mal estructurada con los signos de puntuación mal ubicados.
Por ejemplo:
El mesero del restaurante, me miró con cara de pocos amigos.
En este ejemplo estamos haciendo un mal uso de la coma, ya que estamos separando el sujeto y el predicado y generamos una confusión en la comprensión lectora.
La forma correcta de esta oración es:
El mesero del restaurante me miró con cara de pocos amigos.
La coma es uno de los signos de puntuación con mayor uso dentro del idioma.
Como dato curioso: ninguno de esos usos es que la coma sirve como una pausa como nos hicieron creer.
Sin embargo, no siempre hacemos un uso correcto de la coma y, por el contrario, abusamos de ella excediendo el manejo dentro de los contenidos.
Recuerda que también existen el punto y coma o el punto y seguido. No excedas el uso de la coma porque, créeme, no es necesario.
En ocasiones, puede suceder que estás muy concentrado redactando y divagas entre la información alejándote del objetivo de tu contenido.
Esto puede ser peligroso porque, además de que no es una buena práctica, corres el riesgo de no cumplir con lo que prometiste en el título.
El orden de las ideas y hacer un timeline es clave para poder aterrizar al 100% la idea principal de lo que quieres transmitir con ese contenido.
Piensa en el contenido como si se tratara de una apuesta: ¡todo o nada!
Un material se construye con la intención de informar o ayudar al usuario en su camino de búsqueda o investigación. Si escatimamos la información que le proporcionamos a nuestros lectores, pasará algo muy sencillo: se irán a otro sitio en el que sí tengan toda la información que están buscando.
Por ello, es importante que cuando elijamos un tema pensemos en enriquecerlo con información valiosa y de calidad para que nuestros lectores encuentren en él todo lo que están buscando.
Es un ganar, ganar. Los usuarios ganarán conocimiento y tú ganarás lectores fieles que pueden convertirse en clientes potenciales.
En el punto anterior, te mencioné la importancia de no escatimar en la información, pero esto no quiere decir que tu contenido esté lleno de información superficial, pues pasará exactamente lo mismo.
Esto suele suceder a los redactores que trabajan sobre un número específico de palabras. Por ejemplo, puede ser que te indicaron que tu contenido debe ser de 800 palabras pero a ti ya no se te ocurre qué más puedes poner y empiezas a rellenar con información. ¡No lo hagas! Te puedo jurar que dejarán de leerte.
Para evitar caer justo en el punto anterior e invadir un buen contenido con información superficial, está este último pecado que no debes cometer.
Estoy segura de que eres experto en diversos temas, pero no hay que confiarse. Nunca está de más enriquecer nuestro conocimiento a través de la investigación.
Si lo hacemos, nuestro contenido adquirirá un valor mucho más especial para la audiencia porque no solo tendrá la explicación de un experto sino el enriquecimiento de fuentes que agregan valor.
Estos 10 errores son los que no debes cometer al momento de redactar. Ahora que los conoces, te sugiero que hagas un análisis a conciencia de los que puedes estar cometiendo en tus contenidos. Y te aconsejo dos últimas cosas:
1. No olvides para quién escribes.
2. Cuando termines de escribir, lee tus contenidos (si puedes un día después, con la cabeza un poco más fresca).
Espero que esta información haya sido de utilidad para ti. Déjame saber tus observaciones o dudas en los comentarios.